Ahora, que habla tanto, es más fácil entender como se siente, que quiere o que piensa. Y es que crece de rápido... hace nada estaba desesperada por dormir unas horas seguidas por la noche y ahora parece que han pasado años desde entonces. Pero no, lo que pasa es que la recompensa es tan grande cada día que se olvida rápido todo eso y todos los recuerdos que quedan del agotamiento, la tristeza, el sacrificio, se tiñen de un color sepia que hace que sientas que volverías a repetirlo las veces necesarias por volver a tenerle a tu lado.
Y parece que a eso vuelvo.
Aún me cuesta creer que vaya a tener la bendición de ser mamá por segunda vez, pero una pequeña personita me lo recuerda muchas veces al día dándome ligeros golpecitos desde mi vientre. Me saluda, baila, se estira, prueba su cuerpo, me recuerda lo olvidado, me tranquiliza, me hace sonreir.
(Escrito e inacabado desde hace semanas)
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