4.12.09

Las palabras más bonitas

Entre el viento, jugábamos mi pequeño y yo. Él intentaba cazar las hojas secas, yo le acompañaba silenciosa en su descubrimiento. De entre el montón del suelo, buscaba la más bonita. Cogía una, la soltaba. Cogía otra, la miraba, la paseaba un rato en su mano hasta que encontraba otra mejor. Así pasaban los minutos y él no se cansaba de descubrir. Cuando, de tanto en tanto, señalaba las hojas para, después, alzar la vista y señalar al árbol que las cobijaba, yo hacía mi propio descubrimiento: que inteligentes son los niños que, a pesar de su corta edad, saben los procesos naturales de una manera innata. Cuando se cansó, caminó un poco más entre el revuelo de hojas balanceadas por el viento. Paseamos cerca de la hierba, miramos atentos un perro jugar a lo lejos, hicimos ritmos golpeando los escalones. Se había cansado y comenzaba a tener sueño. En mis pies, mirándome, sus brazos en alto y una sonrisa: "mamá". Aupa. Ya en mis brazos seguía señalando las cosas que veía para que yo les pusiera nombre. Valla, árbol, ventana, coche, piedra, balón, niños, perrito, escalera, nubes, cielo, y... ¡el dedito de Ahmed Nur! Me lo comí a besos. Sonriendo me volvió a mirar. - "Mamá" - "Hijo" - "Mamá" - "Hijo" - "¡Mamá!" Entonces me di cuenta como nunca hasta ahora. Mamá es la palabra más bonita que he oído. Mamá es la palabra más linda que me han llamado. Hijo es la palabra más bendita que he oído. Hijo es la palabra más importante que diré. Benditas palabras. Tener a alguien a quién llamar mi hijo; tener a alguien que me llame mamá.