Pues bien, hoy tengo que hacerlo.
Como bien sabréis la mayoría de vosotras, la relación entre una madre y su bebé empieza a crearse mucho antes de que este nazca incluso, a veces, antes de quedarte embarazada. Ese anhelo, ese deseo de tenerlo es como una semilla que cuando, finalmente, está en tu vientre, empieza a brotar. Pero ese amor, ese vínculo, no empieza de cero. Va creciendo, fortaleciéndose, nutriéndose y alimentándose de tu alegría, tu esperanza, tus planes, tu ilusión, ... hasta que lo tienes en brazos. Ahí ese amor empieza a solidificar. Se va haciendo latente cada vez con más y más fuerza y, a los pocos meses, cuando te cruzas la mirada con tu retoño, sientes esa chispa especial dentro de ti, esa sensación que te hace sentir única y especial y es que, para tu bebé, tu eres lo más importante y lo más cercano.
Mientras nosotras disfrutamos los meses de espera, intentamos hacer partícipes a los futuros papás de muchas maneras. Ellos reaccionan muy bien y, aunque se esfuerzan y a veces la emoción también les puede, la mayor parte del tiempo no saben muy bien lo que está ocurriendo. No pueden llegar a comprender, no como nosotras.
Y cuando el bebé nace todo empieza a cobrar sentido para ellos. Ahora tienen en sus brazos a esa cosita pequeña que han estado esperando y es el momento del flechazo, cuando empieza realmente el amor.
A partir de aquí, cuando empieza la verdadera aventura de ser padres, cada hombre reacciona muy diferente. Unos se vuelven más pasotas; otros, más cariñosos; algunos, siguen un poco perdidos unos meses más; y otros, actúan como siempre negándose al cambio. Cada hombre es de una manera diferente y puede variar mucho la forma de vivir y llevar la paternidad de unos a otros.
Pero no estoy aquí para hablar de todos ellos (tampoco podría, ¿no?) sino de uno en particular y del más importante para mi: mi marido.
Cuando Ahmed Nur nació, él tuvo su momento único, especial e irrepetible al recibirlo en sus manos. Las semanas pasaban y, aunque no ha sido nada fácil para ninguno, él intentaba siempre estar ahí para nosotros. Estar lo mejor posible y hacer siempre lo que creía que debía de hacer para que estuviéramos bien. Era un gran marido y un buen padre. Pero, desde que el peque cumplió sus 6 meses, ha pasado de esto a ser un excelente marido y un padre maravilloso.
Ahora es cuando ellos dos empiezan a tener un vínculo especial. Y es que es ahora cuando el pequeño Ahmed Nur empieza a "responderle". Tienen sus momentos juntos, sus secretos, sus juegos ... empiezan a enamorarse el uno del otro.
Llevo semanas observándole y noto un gran cambio en él. Algo muy bonito está brotando y le está haciendo crecer cada día, convertirse en una mejor persona. Su forma de hablarle, su manera de calmarlo, sus juegos y tonterías, sus paseos, el modo en que le duerme, ... es dulce, muy dulce pero, sobretodo, es un PADRE.
Él ha acabado de cerrar el circulo con un fuerte nudo. Ahora esta familia es más bonita, más brillante y mucho más feliz. Ahora disfrutamos mucho más todos.
En su día escribí "Nacimiento de una madre" con mi propia experiencia. Hoy, con todo el honor que creo que se merece, he de contarle al mundo que ha nacido un padre.